Un Comienzo Truncado
El Castillo de Miranda, majestuosamente erguido sobre una colina en la tranquila ciudad de Celles, Bélgica, tenía la promesa de ser una opulenta residencia de verano. Sin embargo, este sueño nunca llegó a completarse, pues el abandono lo envolvió antes incluso de ver la luz del día en toda su gloria.
Un Legado en Ruinas
El Diseño Neogótico
Diseñado por el arquitecto inglés Edward Milner y encargado por el Conde Liedekerke-De Beaufort en 1866, el Castillo de Miranda se alzaba como un imponente testimonio de la arquitectura neogótica. Con una ubicación privilegiada en medio de un frondoso bosque, la mansión prometía grandiosos jardines y una torre imponente, dotada de torreones, que dominaría el paisaje.
Un Testigo de la Historia
De la Gloria a la Devastación
Sin embargo, la historia del Castillo de Miranda tomaría un giro oscuro durante la Segunda Guerra Mundial. Convertido en campamento para las tropas alemanas, la propiedad fue testigo de la sangrienta Batalla de las Ardenas, un episodio que marcaría su destino irremediablemente.
El Declive Después de la Guerra
Tras el conflicto, el castillo fue reutilizado como destino de vacaciones para la Compañía Nacional de Ferrocarriles de Bélgica, rebautizado como Castillo de Noisy. A pesar de los intentos por devolverle la vida, el Castillo de Miranda sucumbió lentamente a la decadencia y el abandono.
La Decadencia y la Demolición
A lo largo de décadas, el Castillo de Miranda sufrió el embate del tiempo y la negligencia. Incendios, tormentas y grafitis cubrieron sus paredes, dejando una sombra de lo que una vez fue. Finalmente, en octubre de 2016, las últimas piedras de esta icónica estructura fueron derribadas, dejando solo un terreno baldío como testigo de su legado perdido.
El Castillo de Miranda, una vez símbolo de grandeza, ahora yace en el recuerdo, una víctima de los caprichos del tiempo, las guerras y la historia.