En la parte superior de la roca de Mónaco, está el magnífico Palacio del príncipe. Su fachada reúne diversos estilos arquitectónicos y refleja bien la historia del Principado, que formaba parte de la República de Génova.
En su origen, era una fortaleza. Su construcción data del siglo 12 y tuvo como principal objetivo luchar contra la piratería.
Durante los siglos, ha sido motivo de disputas entre facciones rivales de la República de Génova. El primer Grimaldi que ganó la casa fue François, en 1297. Pero el título de señor de Mónaco fue dado sólo en 1341 a Carlos I, el fundador de la dinastía Grimaldi.
Todavía hoy en día, el Palacio es la residencia de la familia Grimaldi. Aún así, desde marzo hasta octubre, está abierta a visitas. El billete cuesta 8 euros y puede adquirirse en combinación con el Museo Oceanográfico para 19 euros (el boleto para el Museo Oceanográfico cuesta 14 euros).
Alberto segundo de Mónaco es parte de la familia Grimaldi.
Su visita es muy valiosa, porque la simplicidad de la fachada esconde un interior espléndido. La visita se realiza con guía de audio, que comienza con un saludo del Príncipe Alberto II en el idioma elegido. Un ambiente es más hermoso que el otro, a partir de la galería de Hércules, que da acceso a los apartamentos de estado.
Con ese mismo billete para ir al Palacio, también se te permite ir al Museo de los Recuerdos Napoleónicos, que reúne a cientos de objetos del emperador y de su tiempo. La entrada al Museo está a la izquierda de la entrada al palacio.
Desde el Museo se puede admirar las impresionantes vistas de Mónaco que se tiene desde el Palacio.
Se puede llegar en coche en Uptown, pero durante la temporada alta el acceso es controlado. El truco es parar en un aparcamiento (de pago) al pie de la roca, al final de la Avenida de la Quarantaine. Ahí es donde la mayoría del autobúses “de gira” aparcan. Desde el estacionamiento, hay escaleras mecánicas hasta el Museo Oceanográfico. Desde allí a la casa real es un rápido y agradable paseo, pasando por la Catedral de Mónaco, donde están enterrados los príncipes, por ejemplo Grace Kelly.